Había una vez, en un pueblo cercano a Venecia, Italia, vivían allí los numeroides, especialmente vivía el indefenso número 0, quien decía: “¡Oh! ¡Por qué tenía que ser número si no valgo nada”.Estuvo recordando aquellos momentos en que sus otros compañeros números lo maltrataban, le decía que no valía nada, incluso presumían en la escuela hablando de las multiplicaciones, que 0 por 1 es igual a 0, y que 0 dividido 1 es 0. Ellos se pensaban que lo sabían todo de matemática, pero él no admite que no fue así.
Más tarde empezó a sollozar por todos esos malos recuerdos. No quería saber nada más, pero después se acordó de que siempre se sacaba malas notas, que formaba parte de sus malos recuerdos. Después empezó a quejarse con su llanto para llamar la atención de su madre.“¿Qué pasa mi amorcito?” le preguntó su madre “¿Por qué expresáis tu llanto hacia afuera?”“Es, que…”, le respondió su hijo, “ya me harté de que los demás piensen que yo no valgo nada. Después me empiezo a sacar mala nota, y dicen encima que me porto mal. ¿No podéis hacer algo al respecto?”“Hijo”, le contesta su madre, “hay algunas cosas que no sabes todavía. En verdad, el 0 no es que no vale nada, porque eso es
discriminación
. En realidad, el 0 vale todo, porque 0 más 1 es igual a 1. Otro ejemplo, es que 0 más 9 es igual a 9. Después hay operaciones más complejas que no te puedo explicar porque eres pequeño”.“Explícame, madre, no importa si no lo entiendo” respondió el “0”.Y su madre le contestó “OK. Es para que pienses vario tiempo: (5 + 0 ) x (3 - 1) = (9 + 11) : (2 - 0). Eso te hará pensar que es igual a 10”.“¡¡¡Gracias mamacita!!!” le dijo el 0. “Lo que dijiste me hizo sentir mejor que nunca. Te amo mucho. ¡Feliz día mamacita!”“Gracias, mi amor”, le agradeció su madre.
Autor: Arehandoro Ezekieru Furoresu, 4º Año
3 de junio de 2009
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